Dime con quién andas...

Rodrigo Danús, estrecho colaborador de Marco Enríquez-Ominami.


Sus primeros pasos fueron como asesor del ex ministro de Hacienda Hernán Büchi en los tiempos en que era un entusiasta defensor de la dictadura y lideraba en la Universidad de Chile un movimiento ultraderechista.

El movimiento G-51 fue fundado por estudiantes de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile en 1984. Su nombre proviene del resultado que arrojó la frustrada candidatura de Rodrigo Danús -con 51 votos a favor- en las elecciones de la FECH, ese año.

La Escuela de Ingeniería quedó dividida en dos: la mitad era de derecha y la otra de izquierda. Y en ese escenario, el G-51 se encargaba de estropear cualquier manifestación en contra del régimen para marcar el territorio y defender a la Universidad de Chile del “demo-marxismo”.

El empresario Rodrigo Danús era uno de sus líderes y sus recuerdos de aquel grupo están vigentes. De hecho, una de sus empresas lleva por nombre Inversiones G 51 S.A., con la que participa en diversas sociedades.

Dirigentes de la época cuentan que recibían cartas con amenazas de parte del G-51 y que muchas veces les rayaron los muros de sus casas. También recuerdan que eran antisemitas y que la sigla que identificaba al grupo, en ocasiones, era dibujada con puntas de flecha en sus extremos, simulando una svástica.

Causaban temor entre los alumnos de periodismo y filosofía, sobre todo cuando realizaban protestas y veían cómo entraban al patio de la escuela vestidos con ropas de marca y con bolsos deportivos en los que transportaban linchacos, laques y cadenas, para liberar a la universidad de los “perros marxistas”. El G-51 no era sofisticado, era una expresión violenta del gremialismo, sin ideas políticas.

Hoy el empresario de farundula (dueño de SQP y Primer Plano) dice que eran un grupo de jóvenes que querían estudiar y no aceptaban las protestas. En el G-51, su participación, explica, fue circunstancial: “No soy apegado a la política, soy más bien liberal. Ese año postulé siguiendo el consejo de un amigo de Pablo Rodríguez (abogado vinculado a Patria y Libertad). Jamás usamos un linchaco o algo semejante. Éramos un grupo bueno para los combos, nada más”.

Arturo Barrios, ex subsecretario de Cultura de Bachelet, da su versión de los hechos: "Me secuestró un grupo que se llamaba Alacrán, que operaba dentro de la Universidad como continuador del G-51. Estuve un día encerrado. Todavía tengo las marcas de las quemaduras de cigarro en el pecho y en la frente", explica.

Resumen (casi textual) de La Nación y El Mostrador.