Sobre algunas costumbres.

Por Guillermo Hidalgo Muñoz

Seré Breve

No me gusta el alcohol, pero bebo, sé que el cigarro me está matando y sin embargo me he quedado dormido con cigarrillos encendidos en el cenicero de mi velador (incluso una vez se me prendió la almohada); me cargan los sueños, pero sueño todos los días, muchos de esos sueños son pesadillas (ayer nomás soñé que una amiga era el diablo y sobrevolaba unas escaleras pellizcando a la gente con unas pinzas de cocina); me cargan los huevones, pero los veo a diario y hasta les hago caso; los patanes me ponen nervioso porque dicen con solemnidad grandes brutalidades. Yo a veces, como todo el mundo, doy opiniones que voy masticando sobre la marcha y a veces salgo triunfante, las más de las veces sólo conmigo mismo, lo que equivale a auto engañarse, que, como se sabe, causa inabarcable tristeza.

Sobre algunos horarios y privilegios

Lo que no sea pobreza es ser famoso, tener dinero, títulos de nobleza o herencia. En ese caso, lo normal y justo es salir de la casa a la una y veinte de la tarde, a la hora del aperitivo, bien informado, bien bañado, bien masajeado y bien leído. Levantarse temprano es para los esclavos. Y Chile está lleno de esclavos. Los esclavos del dinero, los esclavos del trabajo, los esclavos de las cuentas, los esclavos de sus hijos, los esclavos de su falta de carácter y de su narcisismo andan temprano meneándose por la calle. Es mejor no mirarlos mucho porque se les puede provocar algún tipo de peligrosa inquietud, cuya inexistencia es la base de la convivencia social del Chile de hoy.

Sobre algunas personas que como que no salen

Mujeres regando las veredas, que de pronto aparecen embarazadas, viejos de traje naranja o gris que de pronto aparecen asesinados o infartados en una esquina, malvados jóvenes que caminan como jóvenes, es decir sin importarles en absoluto quien viene al frente ni en qué condiciones. He visto a jóvenes derribar ancianas de un mochilazo y seguir su camino sin maldad, pero con infinita hambre del mundo. Hay hombres de treinta que deberían andar con traje de hombre rana, pero que andan con ternos y sonrisas de buena calidad, mirando más vidrieras que mujeres.

Sobre los responsables de tanto tedio

Hay, además, demasiada gente vulgar, hombres que se creen que las mujeres están para servirles y mujeres que se creen premios. Estos dos tipos de personas son los responsables de tanta gente mal educada, violenta, ridícula, tonta, inculta, irresoluta, patriotera, irreflexiva y desesperanzada. De estos últimos, Guido Girardi es el campeón. Habla como bolchevique y cobra como estrella de cine. El peor de todos, para mí, sin embargo, es Jorge Burgos, porque se siente parte de una casta de hombres destinados a cambiar el futuro de Chile entre ellos y sólo entre ellos. Y se ríe como si le estuviera rebotando una pelota en el estómago. Pero peor aún, pensándolo bien, es Alberto Espina Ese es el más desagradable de todos. Se presenta al mundo como la verdad revelada y tiene la mala costumbre de hablar fuerte y de cerca. Yo me levanto entre 10:30 y 11.00 de la mañana y uno de mis orgullos es que a mis años que no son pocos, he sobrevivido perfectamente sin corbata.


- Nota: Leyendo una revista online me encontré con un ensayo que me parece necesario “rescatar” (creo que es la palabra correcta). Su autoría pertenece a un joven y solitario profesor quien falleció no hace mucho, más información del autor en Grita. Francamente jamás había escuchado de él, ojala suban nuevos escritos porque están “de pelos”. Recomendado.